Mi encuentro con tiburones en Riviera Maya


December 9, 2016 / 0 Comentarios

La Riviera Maya cuenta con una infinidad de lugares para visitar, las actividades turísticas que ofrece son una muestra de ello. Las actividades familiares son las más famosas pero incluso los viajeros con alma aventurera pueden encontrar la actividad perfecta para disfrutar este paraíso. En esta ocasión te presentamos el encuentro con tiburones. Pocas personas cuentan con el valor para disfrutar actividades de alto riesgo. pero  son estas experiencias las que nunca se olvidan.

La experiencia que vas a a leer a continuación es de una colaboradora del equipo de Palladium Travel Club:

«La reacción de cada persona a la que le comenté que quería bucear con tiburones era: «¡estás loca!, ¡Mira si te pasa algo! » y mi respuesta sincera era un simple «No estoy loca, estoy viva» y mientras el cuerpo me dé, voy a hacer todo lo que sea por vivir llenándome los días de alegría.»

Este increíble ingenio de que el ser humano pueda realizar inmersiones en la profundidad del mar es aventarse a una experiencia que te deja anonadado, similar a cuando uno visita otras ciudades o países con culturas diferentes, aquí lo que se conoce y se vive, es un MUNDO completamente diferente.

En el mar la vida es más sabrosa, y debajo pfff… mucho más! Uno se llena la vista, el alma y se enciende el motor interno, alimentándolo de sorpresas y vida a cada instante.

Ahí abajo sólo se escucha la respiración de uno mismo y la voz interna que hasta suele quedarse sin palabras.

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 Llevaba más de 1 año esperando con ansias que los tiburones se acerquen a la Riviera Maya y poder verlos en el hábitat que eligen para venir a tener a sus crías. Y llegó el día, el pronóstico anunciaba lluvia, pero un sol radiante se asomó desde el amanecer.

Salimos al mediodía porque a esa hora los tiburones ya almorzaron, están llenitos y sin hambre”. – bromeo el instructor. bromeó?? Esperábamos que sí.

Así fue que nos encontramos al mediodía, preparamos el equipo, subimos a la lancha, navegamos unos pocos 700 u 800 metros y anunció “alístense que llegamos!”.. qué??? Ya?? Tan cerquita de la playa!” Sí, así es… “no se asusten, los tiburones no se acercan a la costa, sino que se quedan donde es más profundo, a unos 20 o 25 mts donde el agua mas “fría”. ” (léase frio a temperatura del Caribe).

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Todo listo, equipados y llenos de incertidumbre… pato al agua!!! La ansiedad era casi incontrolable, la sonrisa no se me borró hasta que tragué un poco de agua, por lo que puse sonrisa modo alma… inhalar, exhalar… respirar intentando equilibrar la calma, adrenalina y felicidad.

A pocos metros de descender grité para llamar la atención de mis compañeros “tiburón!”, lógicamente no me escucharon jajaja pero la emoción me ganó. Desde los 3 metros se avistaban nadando en el fondo!.

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Bajamos aproximadamente a 23 metros, nos arrodillamos y de la nada aparecieron sigilosamente 2, se fueron, apareció 1, se fue, volvieron más, y así todo el tiempo, iban y venían dejándonos solos unos pocos segundos. Para donde miráramos había al menos 1, 2 o 3 tiburones rodeándonos. Sumado a esto la variedad de otros peces ofrecían el combo perfecto… hasta una atrevida y coqueta morena blanca y negra apareció en un coral para asombrarnos.

 

Siguen apareciendo! Wouuu… nos rodean, son de un tamaño enorme!! Con la magnificencia y elegancia equilibrada que tiene su cuerpo.
Sus ojos parece que todo lo ven, tienen una mirada muy poderosa que hipnotiza… parecen curiosos porque solos se acercan a ver a estas extrañas criaturas que aparecieron en su hábitat, sin acercarse demasiado y mostrando el resplandor de su hermosura.

Con tranquilidad en su andar hacen que apreciemos su maravillosa destreza y la belleza de su ser.

Después de media hora de deleitarnos, de llenar nuestra retina de asombro, de inundar nuestros interior apreciando esta parte de la inmaculada naturaleza, el instructor nos hace señas de que avancemos, salí ultima de los 4, giré la cabeza para ver si se asomaba uno más, y sí así fue, por lo que me arrodillé nuevamente y me quedé quieta apreciándolo. El tiburón venía de frente hacia mí “se está acercando, por qué no dobla?” me pregunté.

Inevitablemente comencé a sentir un poco de miedito, no quería moverme para no asustarlo y además porque la adrenalina hizo que mi corazón empezara a palpitar fuerte, abrí los ojos gigantes, mis manos temblaban, mi sangre se inquietó, estaba paralizada. Se acercaba cada vez más, la voz en mi cabeza le rogaba “dobla, por favor, dobla, dobla».

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 Finalmente a unos 3 metros de distancia (que para mí fueron centímetros), teniendo su cabezota tan cerquita, parece que me escuchó y giró hacia la izquierda… ufff que susto por dios!.

respira, respira, tranquila, tranquila… es su ambiente, no me va a hacer nada… me autoalentaba.

Di la vuelta y continué detrás de mi gente con una sonrisa que no se me borró por días!

Fuimos ascendiendo y cada vez los veíamos más pequeños… pensar que los tuvimos a los lados, por detrás y hasta de frente!!! jajaja ahora me río.

Llegamos a la superficie del mar y ahogue de felicidad! A mi alma no le entraba un gramo más de alegría!

En el agua, subiendo a la lancha, al lado de otros buzos, no podía dejar de hablar de la magnitud de esta experiencia.

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Hicimos una segunda inmersión en una hermosa zona de la barrera de corales que atraviesa por este mar caribeño… hemos visto tantas maravillas como un laaaargo pez trompeta, damiselas, ángel reinas, cardúmenes, barracudas, más morenas, 2 traviesas manta rayas, una tortuga gigante, cientos de peces de colores y los hermosos corales que con sus movedizas plantas ofrecen un paisaje inigualable.

Después de 3 horas de estar en el mar, pisamos tierra firme, la arena nos recibió cálida y brillante, con un sol resplandeciente como nuestras almas, llenas de alegría y energías que nos dio esta experiencia que colmó nuestros corazones.

Definitivamente, vivir vale la pena!

Marian.

Agente de reservaciones Palladium Travel Club.

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